En una cesta de mimbre descubro algunos objetos del pasado. Abro un pequeño cuaderno, diminuto. Lo recuerdo. Fue mi primer “diario”. Aquel cuaderno guarda algunos de los secretos más oscuros de mi pasado. Fechas, dietas, ejercicios, peso e, incluso, lo que comía o las veces que vomitaba cada día.
Recuerdo subirme a la báscula cada noche y abrir mi pequeño diario para anotar lo que había comido y cuánto pesaba y recuerdo observar el descenso de peso con respecto al día anterior, no siempre con el mismo grado de satisfacción.
Ahora abro de nuevo el cuaderno y leo:
19 de Noviembre de 2004
“Al subir al bus pusieron una película. Es difícil que una película sucumba a la tentación que produce en mí el maravilloso paisaje deslizándose ante mis ojos y un puñado de buenas canciones. Aquí estoy mirando por la ventanilla, escuchando música y escribiendo unas líneas. Los molinos giran sin cesar alzándose al infinito. Esos enormes puñados de tierra marrón rojiza se expanden a largo de cientos de kilómetros pareciendo no tener fin.
Vuelven tus problemas pero no los afrontas del mismo modo. Vuelves a tu hogar pero algunas cosas han cambiado. Vuelves a tu vida pero ya no eres el mismo.
Y ahora me encuentro aquí, intentando descifrar de nuevo cuál es la realidad de mi vida.
Intento descubrir cómo adaptarme a una vida que no siento como mía. Intento adaptarme a unas circunstancias que ya no conozco. Intento averiguar cómo lidiar con los antiguos trastos. Intento descifrar el modo de enfrentarme a las situaciones del pasado en un nuevo presente e intento encontrarme en un mundo en el que me he perdido…resulta difícil volver a una vida que no reconoces como la tuya.